EPÍLOGO


Muchas de las palabras y expresiones recopiladas en el estudio están moribundas y otras, se puede decir, que muertas. A las palabras moribundas insuflémosles el oxígeno necesario para que se revitalicen. Porque cómo va  a ser lo mismo decir que llevaban cántaros inestables que decir que los llevaban entenguerengue. Cómo va a ser lo mismo ver la pantalla del cine de verano en oblicuo, sesgadamente o de soslayo, que verla de rajpajilón.

Decía el gran poeta gaditano: que no me digan a mí que el canto de la cigüeña no es bueno para dormir. Que no es lo mismo que decir: que no me digan a mí que el crotoreo de la cigüeña no es bueno para dormir. ¡Qué no es lo mismo que decir!: que no me digan a mí que si la cigüeña hace el gazpacho no se puede dormir. Si la cigüeña hace el gazpacho arriba en el campanario; que no me digan a mí que no es del cielo el gazpacho.

Hablando de nuestros olivos, cómo va a ser lo mismo decir base del tronco que potrera, lugar donde parten las ramas que gajá, brote enhiesto que cantacuco. Siguiendo con los olivos, cómo va a ser lo mismo decir cortar los brotes bajeros que desmamonar en Zarza, estrepollar en Piedras Albas, desvariscar en Ceclavín, quitar las vardascas en la Vera, desballestal en Serradilla o deschuponar en Badajoz.

Si nos referimos a expresiones temporales, cómo va a ser lo mismo decir: llegó a las once de la noche que llegó entre gallos y medianoche. Que salió a las seis de la mañana, que salió estando el lucero en matagañanes. Que se levantó a las nueve de la mañana diciendo que había madrugado cuando lo que hizo fue dar la madrugá del pelliquero, al que le daba el Sol en la cara y decía que era el Lucero.

Hagamos una inspiración profunda. Al expeler el aire y cimbrear nuestras cuerdas vocales el sonido bruto que se produce elaborémosle al llegar a nuestras bocas, poniendo nuestros labios y lenguas con la mejor disposición. Desde nuestro pensamiento enviemos la orden de poner todo el sentimiento, y sin ruborizarnos, y manifestando toda la fuerza y carga expresiva, digamos, alto y claro, palabras y expresiones tales como: ametalao, andacapairi, aquellar, caciná, cambullir, despostillón, enjualagar, entenao, jilijornia, paparramanta, trasmuar, zurrimicli, dejar al manduelo, quedarse a culo pajarero, ser periquito ocho frailes, tener tres pelendengues debajo del rabo, llevar a petajigo, meterse debajo de siete estados, pintar la cigüeña, ponerse como sampindongos, salir a tres menos cuartillo, dejar el pan cantando misa, dar todos los picotazos en la cresta… (y tantas y tantas más).

Porque, a fin de cuentas, ellas fueron vehículo de comunicación de nuestros antepasados. Con ellas se manifestaban sus sensaciones, sus emociones, sus penas, alegrías… Y con ellas se transmitían las vivencias de las faenas realizadas, de las tareas en curso, de los quehaceres venideros…

SEPTIEMBRE DE 2012.

Don Víctor García de la Concha, presidente del Instituto Cervantes, decía, en diciembre de 2016, que la la lengua no es de los gramáticos, ni de los filólogos, ni de los académicos, sino del pueblo soberano. La norma la dicta el pueblo y no es más que una parte de la descripción del lenguaje.


Dice, en 2018, Pedro Álvarez de Miranda, filólogo experto en lexicología y lexicografía, catedrático de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española:

En el terreno de los diccionarios la normatividad es mucho menos clara porque la lengua no está sujeta a un dictado convencional de normas, sino que los hablantes son los dueños. La norma no se basa en una imposición exógena, sino que emana de la propia lengua; en definitiva, de la voluntad de los hablantes. Lo que hacen las autoridades gramaticales, la gramática de la Academia y la que se enseña en las escuelas es sancionar o codificar una determinada norma que emana del uso. Los hablantes son soberanos en el terreno gramatical y en el terreno léxico. Esto es así. Los hablantes son los dueños del idioma y no lo es la Academia. Cuando me dicen: ¿ se puede decir tal palabra? Contesto: ¿ has podido ?  Pues se puede decir.